Cuatro esclavos negros


Remontar los callejones de Venecia contra la miríada de turistas es tan agobiante como encontrarse en medio del borbollón de clientes de una gran liquidación. Cada vez que intento evitar la multitud y hacer un rodeo para llegar a la Basílica de Santa Maria dei Frari me pierdo por estrechos callejones que me alejan de mi objetivo. Y es muy difícil ubicarse en este laberinto. En el plano que me dieron en la oficina de información turística luego de hacer una cola de quince minutos solo figuran las calles más importantes y no los callejones que solo los venecianos conocen.